Patricia, no cesa de reír,
no relaja el ánimo ante la partida del sol,
se muestra distraída, feliz.
Se adorna el alma con esperanza;
necesita respirarse,
saberse tranquila
controlando la oleada
de múltiples decisiones.
Ha de saber que:
su presencia, es gozo,
que la gente respira vida
ante el rozar de sus cuerdas
ante el fluir de su mirada
cuando inconcientemente se visita.
Ha vuelto al hogar cansada
aturdida por las luces del horizonte;
teme no ser entendida
teme volverse torpe.
Pero ante el acierto de mirarla
el que no es tonto sabe,
que es sentencia que cuenta
que inevitablemente
uno ha de elegir
entre pasar por la vida,
o atreverse a VIVIR.
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