Me arropaba en la penumbra
del vértigo vespertino.
Y me acunaba en el recuerdo de tu tez morena.
................................... de tu tez,morena.
................................... de tú,tez morena.
El ir y devenir de mis plantas
sobre mis pasos reiterativos,
calcinados por veinte infiernos polvorientos.
En esta ocasión el despertar de la verdad
se transformó en la sentencia de un angosto agosto.
... y ese reir de llantos compulsivos
con que me sacudían los hilos de la prisa
sucumbieron conmigo;
no lloré.
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