Bien merece todo esto un alto en el camino, un respiro en los albores de esta marcha, y beberse los momentos con mesura, pues un acierto entre tanto desconcierto no es menester despreciar.
Una cara, unas dudas, un arrebato de tierna locura, un titubeo de mujer cuerda que aspira a un amor diez; en todo eso, mi atención duerme.
Quiero querer, y sin duda deposito mis sueños inmediatos en besar sus labios. Pero respeto ante todo; que para los que unos es tiempo, para otras cuentan las ocasiones, y para amarse, si es verdadero, la espera mide bien las cuestiones.
Apuesto entonces por seguir soñando, porque para disfrute de mi persona, tengo habilidad de gozar sin caer preso en expectativas, y andar imaginando que en mi pecho se posa, reposando, su tierna mejilla.