martes, 7 de abril de 2009

Semillas olvidadas

Ando provocándome el llanto
dejando por mis ventanas
el rescoldo de mi rostro temblando,
supliendo sueños por agonías.

Elijo estar triste
ser un estertor doliente
una figura gris inerte
un vestigio de ser humano
un amuleto sin suerte.

Me aferro por unos días
a la paz del hastío,
me concedo un receso
en la cruzada inevitable
del ser risueño.

Aparto la luz
para contemplar en silencio
la sonora despedida que en mi pecho
va dejando un suspiro hueco.


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Yo, lloro solo;
mis lágrimas son
atmósferas de mimbre
peceras de paciencia
tormentas diminutas
que no cuentan nada;
ni color, ni dolor: nada.

Yo, solo lloro
cuando amo en cobardía
y me olvido de mí
me olvido que sería
amarte tanto
como tonto,
temiendo y dando,
robándole horas a la inocencia.


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Ya nadie se posa sutil
sobre las flores vaporosas
que un día vertieran risas
sobre tu llanto.

Ya nadie ofusca el rostro
que prematuro en muecas
de payaso soso
pedía a gritos una caricia.

Ahora el viento me abraza el hielo
las manos merman sobre mi cuerpo
el tiempo me aplaude el miedo
y aprendo en soledad
la única forma de no estar muerto.



Elías Soy